MICRORELATO: Hacia mucho frió...






Hacía mucho frío, casi no se podía respirar, ya habían pasado dos horas desde el accidente y la ventisca iba a peor, apenas se podía ver a varios metros de la salida. Me preocupaba Antonio, había salido ya hace un buen rato en busca de comida o un mejor refugio, aunque a esta altura de la montaña iba a ser difícil encontrar algo. Me hubiera gustado ayudarle pero alguien se tenía que quedar con la guía, una chica extranjera joven aunque un par de años mayor que nosotros, rubia de ojos verdes y complexión delgada, se la veía simpática y durante el vuelo era gracioso escucharla hablar sobre la cordillera con acento inglés. Pero cuando nos hemos estrellado se le ha clavado una un trozo de metal  atravesándola de lado a lado del gemelo. Hemos conseguido traerla entre Antonio y yo a esta cueva pero sin el equipo médico necesario poco podemos hacer por ella, intento mantenerla consciente y distraída dándole conversación. Antes de que Antonio se marchara hemos conseguido encender un fuego, desde pequeños siempre hablábamos de lo increíble que sería sobrevivir, en un bosque o en una isla desierta, pero ninguno nos lo imaginábamos así.  

Me dijo que se llamaba Marta, los dos estábamos lo más cerca posible de la fogata para mantener el calor, seguía quejándose del dolor y lo único que pude hacer fue detener la hemorragia más o menos con unas vendas del botiquín del helicóptero pero con el hierro atravesando su pierna no se podía hacer más. Hacía rato que escuchábamos aullidos a la lejanía pero no le habíamos dado mucha importancia hasta que escuchamos unos crujidos y pisadas cerca de la entrada, podría ser Antonio o un animal salvaje, cogí la pistola de bengalas del botiquín y apunte en dirección a la entrada de la cueva, habíamos intentado disparar una nada más nos estrellamos pero con la ventisca, la bengala se apagó a los pocos metros de ser disparada al cielo, pero estando allí adentro seguro que daría a su objetivo, fuera lo que fuera se estaba acercando, la mano me temblaba y se me estaban cayendo gotas de sudor por la frente, el ser extraño estaba cogiendo forma, era muy grande para ser un lobo, así que pensé que era un oso, se acercaba, se acercaba yyyyyy…. ANTONIO: "hola estoy de vuelta, no he encontrado nada pero he podido coger esta cuerda de los restos del helicóptero".   Se me escapo el dedo del gatillo de los nervios y dispare en dirección a Antonio.  ANTONIO: "hostia"  este se tiró al suelo en plancha y la bengala le paso por encima, esta se estrelló contra un árbol que estaba a pocos metros de la entrada y exploto tirando el árbol abajo. ANTONIO: “Que cojones te pasa, casi me matas”  YO: “Lo siento creía que eras un animal salvaje”  ANTONIO: “Joder sí que eres de gatillo fácil, no pasa nada, vamos a coger toda la madera que has tirado abajo con el disparo”

Cuando terminamos de meter todas las ramas del árbol que pudimos, le dije que se quedara con Marta, que ahora me tocaba a mí salir. Me presente en la salida de la cueva ante ese bosque blanco en lo alto de la montaña y me lance a la ventisca…



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